En cualquier conflicto armado existe una guerra propagandística en el que se basan supuestos que pueden dar lugar a posicionamientos y decisiones de las partes enfrentadas.
Francia, y Europa detrás de este país, está perdiendo en varios ámbitos en su enfrentamiento con los terroristas.
En medio del dolor y el espanto, se han obviado algunas preguntas que debieron haberse discutido previamente o, por lo menos, plantearse ahora, antes de tomar decisiones que parecen apresuradas y producto de la crisis:
¿Hay una guerra realmente?
¿Cuáles son los bandos enfrentados?
¿Cuál es la estrategia de entrada?
¿Existe una estrategia de salida?
¿Qué significa ganar esta guerra?
Si se pierde, ¿qué se pierde y quién pierde?
Si se gana, ¿qué se gana y quién gana?
Sin haber dilucidado aún estas cuestiones, los máximos responsables de Francia han declarado una guerra contra ISIS y han invocado la cláusula de defensa colectiva de la Unión Europea.
Esta invocación y la aceptación, cuyo alcance se discute a estas horas en las capitales de Europa, implica un reconocimiento tácito y público de que un continente entero está en guerra contra un enemigo difuso que, incluso, encuentra militancia, apoyo logístico y financiero, y aceptación popular en los propios territorios del viejo continente que va a combatirlo.
Más allá de estas cuestiones de fondo, la primera gran batalla de ISIS o Daesh que ya ha ganado es la semántica, al empujar con su violencia homicida a unos Estados a utilizar la palabra "guerra", que se parece a la propagandística "guerra contra el terror" que impulsó el gobierno de los EUA con George Bush Jr. en la presidencia.
Ojalá que esta primera derrota en el ámbito semántico sea la única en este mundo necesitado de paz, en donde ya se ha vencido al terrorismo con valentía, civismo y las fuerzas de seguridad del estado, no necesariamente militares.