El fin de semana se celebraron sendos actos de campaña de dos de los principales partidos que están en liza en esta cita electoral en España. Se realzaba que en ambos se había dado una asistencia de 10.000 personas y que los seguían 20.000 por streaming.
En total, 30.000 personas que estuvieron pendientes en directo de lo que decían sus líderes políticos, eso sin contar Twitter y las desconexiones de radios y televisiones.
En México, a algunos de los actos más importantes asisten más de un millón de personas (entre simpatizantes y "acarreados", como se les dice a las personas que reciben una dádiva por su asistencia).
Otro de los puntos a destacar es la duración de los discursos, que cada vez parecen ser una serie de consignas hilvanadas para quedarse más fácilmente en las mentes de las personas, que discursos más elaborados y de una mayor profundidad política.
Lejos quedan ya los días en que los partidos organizaban actos multitudinarios para presentar sus programas ante los electores e indicar las razones para ser merecedores de recibir el apoyo de los ciudadanos.
Es la pospolítica en donde las estrategias de comunicación, e incluso algunas de PNL, priman sobre el contenido teórico político de cierta profundidad.