Después de una precampaña anodina en la que los candidatos se ocupaban más en darse a conocer a través de los medios electrónicos que a confrontarse realmente entre ellos, con el inicio de la campaña también parece que se ha abierto la caja de los truenos y se ha desatado la guerra sucia, que tiene como objetivo destruir la reputación de los candidatos o de los miembros distinguidos de sus respectivas listas.
No se puede explicar de otra manera que, de forma coordinada, aparezcan varias noticias desfavorecedoras en los medios de comunicación o que resurjan nuevos bulos en redes sociales sobre personas de distintas opciones políticas, sobre todo de aquellas ligadas a Podemos y Ciudadanos.
Sin entrar a valorar si las noticias y los bulos son o no ciertos (eso lo decidirá un juez, si es que hay una acusación en firme), lo que hay que indicar es que con la guerra sucia se está entrando en una suerte de secuestro de la verdad y el levantamiento de la sospecha que perdurará después del 20D, pudiendo dejar debilitado al gobierno que salga de las urnas desde antes de jurar el cargo.