Crear un icono que nos caracterice, que hable de nosotros y haga que se identifiquen nuestras premisas y valores al instante, es uno de los grandes retos que podemos afrontar como creativos. Ya hemos hablado de la publicidad minimalista, de esos aspectos que determinan lo que transmitimos (formas, colores... incluso olores). Pero siempre tenemos un recurso que podemos explotar, aunque hemos de hacerlo con cuidado: la creación de una mascota, de un personaje que se convierta en nuestro emblema
¿Por qué debemos tener cuidado con esto? Al crear un personaje, que inevitablemente adquirirá una expresividad propia en su rostro o en los gestos que le proporcionemos, también estamos transmitiendo toda una serie de sensaciones añadidas, y que a veces escapan a nuestro control. Quizás un personaje que a nosotros nos resulte extremadamente simpático pueda ser, para otros, desagradable a la vista. Es importante que hagamos un proceso de "testeo" completo antes de utilizar una mascota, comprobando cuáles son las reacciones o las opiniones de personas con diferentes perfiles.
Por lo demás, podemos poner nuestra imaginación a trabajar al máximo cuando creemos un personaje, aunque lo deseable es que posea atributos que se identifiquen con nuestra marca. Si somos una empresa de informática, por ejemplo, podemos utilizar algún icono propio de nuestro sector y animarlo, dándole vida o rasgos antropomorfos. Si nos dedicamos a los viajes, un personaje efectivo puede ser aquél que se identifique con el aspecto más tópico del turista. Si aunamos creatividad y efectismo, conseguiremos la mascota más adecuada.