Por Asier Vázquez
En el año 2003, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) comenzó a llevar a cabo diversas iniciativas con el objeto de conmemorar el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, haciendo especial hincapié en la prevención de los accidentes y las enfermedades profesionales, y recordando y reivindicando a sus víctimas, que suelen pertenecer a los sectores más vulnerables de la sociedad como la infancia y los migrantes.
Desde entonces, para conseguir una verdadera concienciación de la opinión pública y una reducción de los fallecidos y heridos en su puesto de trabajo, la OIT pretende que su mayor arma y al mismo tiempo el principal elemento de desarrollo en esta materia sea el diálogo y la negociación con y entre los agentes sociales y económicos internacionales.
Por tanto, la celebración de este día mundial pretende impulsar una campaña a nivel global destinada a promover e inculcar tanto la noción de la salud como la de la seguridad en el trabajo como valores relevantes en las políticas de los gobiernos, las prácticas de los empleadores y las actitudes de los trabajadores.
Todas estas acciones de responsabilidad son las que según la OIT proporcionan a los trabajadores un empleo seguro, saludable y digno que no solo repercute en un mejor desempeño de sus ocupaciones, sino en un enriquecimiento del modelo de negocio y la cadena de valor de las empresas.
Este día internacional de la seguridad y la salud en el trabajo viene marcado por la crisis, que algunos sitúan como un punto de inflexión, ruptura y oportunidad. En cualquier caso, esta conmemoración sirve como antesala del día internacional del trabajo del 1 de mayo.
En esta fecha señalada millones de trabajadores de todo el mundo saldrán a manifestarse por las calles de sus ciudades, exigiendo a sus gobiernos, el gran capital y la clase empresarial no solo una mejor gestión de la salud y una mayor seguridad en el trabajo, sino una menor precariedad y un futuro más halag‚àö¬∫eño.