Prácticamente lo más relevante de una buena estrategia de employer branding es el aspecto que se conoce como EVP. Se trata de las siglas que corresponden en inglés a Employee Value Proposition, esto es, la propuesta de valor que una empresa ofrece a un posible candidato y que hace que éste se decida o no por convertirse en parte de la misma.
Una buena proposición de valor debe realizarse de manera personalizada. Si estamos buscando empleados de alto nivel, que puedan aportarnos tanto cualidades como conocimiento dilatado en una materia, es importante que previamente a la propuesta hayamos sabido evaluar y conocer todas sus potencialidades. La EVP debe establecerse en relación a sus habilidades, su capacidad y su experiencia. Un error común, por el que podemos perder a candidatos muy valiosos, estriba precisamente en el hecho de no generar propuestas de carácter único.
El salario puede ser, sin duda, un elemento motivador de primera línea, algo que hoy en día se busca con ahínco... pero no es todo lo que un trabajador puede desear para decir que sí a una empresa. Especialmente si hablamos de trabajadores de primer nivel, como comentábamos. La conciliación de la vida personal o la posibilidad de contar con un puesto de crecimiento son otros factores que en ocasiones pueden resultar más alentadores. Por ello, la entrevista previa debe servir no sólo para saber dónde puede encajar el futuro empleado o qué nos aportará; también para tener claro qué podemos aportarle nosotros a todos los niveles.